Encarnación-Paraguay
Génesis
12:3
Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra.
Al comenzar la Segunda Guerra
Mundial, cuando se fue haciendo evidente el trágico destino de los judíos
europeos sin que hubiera ninguna forma posible de influir en su rescate, unos
cientos de Judíos ricos compraron un barco grande con la intensión de cargar a
su familia y huir a América.
Pero necesitaban los visados, y
por lo tanto se dirigieron con la petición al embajador de EE.UU. en el Reino
Unido.
En realidad, no existía ninguna
dificultad para su obtención, pero el embajador se negó a concederlas. A pesar
de todo, estos hombres valientes, que están decididos a salvar a sus familias,
partieron para Estados Unidos sin visado.
Cuando el embajador de EE.UU en
Gran Bretaña se entero de que estaban en camino, se apresuró a informar a las
autoridades en Washington sobre el buque que se aproximaba a las costas de
América repleto de inmigrantes ilegales Judíos, escapados de la guerra y llegaba
con el propósito de infiltrase en sus costas.
Las autoridades americanas no
les permitieron bajar a tierra y los desgraciados refugiados tuvieron que
regresar a Europa en llamas, donde todos finalizaron su vida en los
crematorios de los campos de concentración.
Cuando la tragedia trascendió,
el Rabino de Londres furioso y acongojado se presento en la embajadora de EE.UU.
en Gran Bretaña, y ya frente al diplomático dijo:
“Señor embajador, sus acciones
no son comprensible ni perdonables en especial para una persona que ocupa un
alto rango como el suyo y desde cualquier punto de vista los incapacitan para
ser considerado un ser humano, debido a su nefasta intervención cientos de
personas perdieron la vida inocentemente y por ese crimen, Usted y su familia
será ¡ malditos por generaciones ! "
El nombre del embajador de
EE.UU. era Joseph Patrick Kennedy.
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