-¡Ja, ja, ja! ¿Un caballero? ¡El hijo de un techador quiere ser un caballero! -se burla un vecino algo viejo y molesto por los sueños de un niño demasiado ambicioso- sería más fácil cambiar las estrellas, antes que seas un caballero....
El niño siente la daga del sentido común que lo atraviesa. La lógica dice que él no tiene sangre de nobleza, ya lo dijo el vecino: Es el hijo de un techador, apenas un reparador de goteras. Sin embargo tiene una esperanza, débil, pero esperanza al fin. Es el boxeador que perdió en cada asalto, pero se juega un round más. Es el corredor que se dobla el tobillo faltando cincuenta metros para la meta, pero se reincorpora otra vez.
-¿Podré algún día cambiar las estrellas? -pregunta a su padre.
-Siempre que quieras, podrás cambiar tu estrella -responde el sabio techador.
Yo nací en un pequeño barrio de Buenos Aires, fui extremadamente tímido gran parte de mi adolescencia y con serios problemas de dicción (no hablé bien casi hasta los siete años). "Dios nunca usará a una persona como usted", me sentenció una vez un viejo Pastor. "Este chico necesita terapia, no puede comunicarse con el exterior", le dijeron las maestras a mi madre. "Tal vez tenga cierto autismo leve", arriesgó alguien mas. Pero nunca sabes lo que Dios puede hacer con un chico con problemas. Tal vez Dios decida llevarse toda la gloria prestándole los oídos de la juventud por varias generaciones....tal vez Dios decida convertir a un plebeyo en caballero. Si te sientes un invisible como alguna vez lo fui yo, déjame mirarte a los ojos, darte un apretón de manos y decirte: "No te imaginas lo que Dios puede hacer con tan poco!!" Solo se trata de creerle.
SIEMPRE QUE QUIERAS, PODRAS CAMBIAR TU ESTRELLA...
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