Es el perro más alto de Gran Bretaña, pero está a 41 centímetros de ser el más alto del mundo. Stoneman, la dueña de Freddy, de 38 años, asegura que “no podría imaginarse la vida sin él”, aunque reconoce las dificultades de tener en casa un perro de semejante tamaño. “Tengo que salir a pasear de noche con él porque sino asusta a los otros perros”, dijo.
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