Traductor

viernes, mayo 10, 2013

Llamados a Santidad

Fecha. 10/05/2013 9:44 pm

Lectura. 1Pedro 1:13

Introducción:

Muchas personas de hoy en día creen que pueden seguir a nuestro Señor Jesucristo sin prestar la menor atención a las normas. “¿Normas? ¿Para qué?” dicen. “Jesús me libró de todas esas normas.”

 
 
¿Será correcto? Jesús mismo da la respuesta: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama” (Juan 14.21). Sus mandamientos son nuestras normas.

 

Exigencias de Dios

 

Salmos 93:5 Tus testimonios son muy firmes;

La santidad conviene a tu casa,

Oh Jehová, por los siglos y para siempre.

 

Isaías 35:8 Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará.

 

Isaías 57:15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

 

 

Lucas 1:75   En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.

 

2 Corintios 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

 

 

Efesios 4:24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

 

Hebreos 12:10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.

12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

12:12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas;

12:13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.

12:14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

 

 

 

 

 

 

 

Normas para el cristiano en tres aspectos:

1. Pensamientos 

2. Palabras

3. Obras.

Los pensamientos

1. Al despertarte por la mañana, dirige tus pensamientos hacia Dios. Considera que hoy podría ser tu último día. Y al acostarte, toma un momento para pensar en que no sabes si te volverás a despertar en este mundo, o si será en la resurrección que te despertarás. Así, vemos la importancia de orar diariamente. En la mañana y de nuevo en la noche, arrodíllate delante de Dios, alabándole por su cuidado continuo y pidiéndole su ayuda para seguir venciendo el pecado. Job 5:7,8 Jeremías 33:3

2. Guárdate de pensamientos perversos, ociosos o impuros (Proverbios 4.23 Sobre toda cosa guardada guarda tu corazon). Tal y como es tu pensar así será tu hablar, tu conducta y toda tu manera de vivir.

3. Medita a menudo en las cuatro últimas ocurrencias: en la muerte —no hay nada más conclusivo que ella; en el día del juicio —no existe cosa más pesada; en el infierno —no hay lugar más horrible; y en el cielo —no hay lugar más lleno de gozo. El que medita en estas cosas evitará mucho pecado y será diligente en el camino de la salvación.

4. Antes de comenzar cualquier cosa, reflexiona bien acerca de cuál podrá ser el resultado de ella.

 Lucas 14:28-29-30 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?  No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él,  diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.

5. Si alguien te hace mal, ten un espíritu perdonador y olvídate del asunto. Si tomas a pecho el mal y te enojas, te haces más daño a ti mismo que a cualquier otra persona. Tú debes perdonar, y Dios juzgará al malhechor a su debido tiempo.

Deuteronomio 32:35 Mía es la venganza y la retribución;

A su tiempo su pie resbalará,

Porque el día de su aflicción está cercano,

Y lo que les está preparado se apresura.

Colosenses 3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

6. Guárdate especialmente de un espíritu descontento y rebelde. Sufres y tienes dificultad sólo cuando Dios lo permite por tu propio bien. Dios te ha bendecido con dádivas innumerables para suplir tus necesidades. Asimismo por tu bien ha distribuido penas y pruebas para que puedas permanecer humilde. En medio de la aflicción, recuerda que él te fortalecerá y que te librará en el momento oportuno. Bienaventurados Cuando  os halléis en diversas pruebas Santiago 1:2

6. Nunca consideres pequeño ningún pecado. Todo pecado, aunque parezca muy pequeño, es una transgresión contra Dios. La paga del pecado es la muerte

9. “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes” (Proverbios 24.17). Si amas en verdad a tu enemigo, buscarás sin falta el bien suyo. El que se alegra de la calamidad de otro no quedará sin castigo (Proverbios 17.5).

 

10. No permitas que la envidia ni el odio habiten en tu corazón. No guardes rencor contra nadie. Dios nos amó siendo nosotros sus enemigos; por lo tanto, él espera que amemos a nuestros enemigos por causa de él. Bendecid a los que os maldicen perdonad a los que os ultrajan

11. El hecho de que los incrédulos desprecian la vida santa y piadosa no te da motivo para tenerla a menos y desviarte de ella. No te olvides nunca de la seriedad del  Pecado, aunque la mayoría viva una vida pecaminosa. El camino hacia el infierno siempre está lleno (Mateo 7.13 entrad por la puerta estrecha). Si Dios te hiciera la pregunta en el día del juicio: ¿Por qué te entregaste a la borrachera? ¿Por qué fuiste deshonrado? ¿Por qué viviste con odio y celos? ¿contestarías entonces: Señor, lo hice porque la mayoría así hizo? Dios te podría contestar: “Puesto que con la mayoría pecaste, con la mayoría irás al infierno”.

12. Si tienes que tomar una decisión importante, o si te encuentras en medio de circunstancias en que no sabes cuál será la mejor acción o respuesta, pásate por lo menos una noche en meditación. No te arrepentirás de haberlo hecho.

13. No te duermas sin considerar cómo has pasado el día y qué has hecho para el bien o el mal. Así percibirás pronto si usas o no tu tiempo en una manera constructiva.

Las palabras

1. PUNTO. ¡Piensa! De toda palabra ociosa que hablas, de ella darás cuenta en el día del juicio (Mateo 12.36). “En las muchas palabras no falta pecado” (Proverbios 10.19). Por tanto, evita toda conversación que no edifique. Reflexiona de antemano si lo que estás a punto de decir tiene valor, ya que es mejor callar que decir algo ocioso o falso.

2. PUNTO “los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre” (Apocalipsis 21.8). No podrán escapar del castigo eterno. Evita los insultos, el escarnio, las palabras indecentes y los chistes corrompidos. En primer lugar, hablar lujuriosamente es la prueba exterior de un corazón no regenerado: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12.34). En segundo lugar, el humor obsceno y las palabras indecorosas facilitan el cometer hechos deshonrosos.

“Pero”, podrás decir, “se necesita de qué conversar cuando uno está con sus amigos.”Claro, pero que sea algo que edifique. La palabra de Dios no permite “ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen (...) porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” (Efesios 5.4, 6). Por la conversación corrompida y la risa vana se contrista al Espíritu de Dios (Efesios 4.29–30).

La lengua es la gloria del hombre y el honor del cuerpo. ¿Se ha de usar mal, pues, al hablar perniciosamente? (Santiago 3.6). Por tanto, aborrece toda inmundicia; habla siempre lo amoroso y lo edificante, para que de este modo los oyentes puedan ser fortalecidos. Usa del don de hablar como un medio de reprender a los ociosos, instruir a los ignorantes y consolar a los agobiados. Dios te recompensará abundantemente.

 “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5.37). Y si quieres evitar la profanidad, no busques el compañerismo de los profanos. Allí tú fácilmente podrás caer porque te acostumbrarás a la profanidad. Reprende al amigo por su profanidad, si crees que recibirá la reprensión; si no, no hay provecho en reprenderlo (Proverbios 9.8).

3 PUNTO. La calumnia y el chisme son veneno para cualquier amistad. Si quieres tener amigos honorables, no hables mal de ellos. Si hay una falta en algún amigo tuyo, no hables de ella hasta que hables con él personalmente. Si en tu presencia otros hablan sin respeto de alguien que está ausente, antes de atreverte a participar en la conversación, escudriña tu propio corazón. Sin duda hallarás en ti mismo las mismas faltas (o faltas más grandes). Esto debe persuadirte a que mejores, y evitará que hables mal o con desprecio de otro. Eclesiastés

4 PUNTO. No te burles de las flaquezas de otro; en cambio, reconoce tus propias faltas (Gálatas 6.1).

5.  No puedes tener disputas y divisiones con tus prójimos y a la vez tener paz con Dios. Si amas a Dios, tienes que amar a tu prójimo también porque Dios lo ha mandado.

6 PUNTO. Soporta con paciencia tus pruebas, sin quejarte, aunque parezcan insoportables. A Dios no le agradan las quejas, y te separarás de tus mejores amigos cuando se sepa que eres una persona quejumbrosa.

7 PUNTO. Ten por amigo al que te reprende en privado. Verdaderamente es una lástima si uno no tiene a nadie que se atreva a corregirlo cuando sea necesario

 

 

Las obras

1. No hagas ningún mal, aunque tengas la facultad para ello. No hagas nada en secreto de lo que te avergonzarías delante de los hombres. Sé como José, recordando que aunque nadie te vea, Dios ve todo, y si pecas tu conciencia testificará contra ti. Aborrece todo pecado, no sólo el pecado que sea manifiesto a otros, sino también todo pecado oculto. Si escondes algún pecado, y no te arrepientes, seguramente Dios lo sacará a la luz (1 Corintios 4.5; Salmo 50.21).

2. Con toda tu fuerza, mantente firme contra tus pecados íntimos. Estos son los pecados que tu naturaleza personal tiene propensión a cometer más que cualquier otro pecado. Uno ama la alabanza de los hombres; otro ama el dinero; otro es propenso a la borrachera; otro, a los pecados de la carne; otro, al orgullo; etcétera. Has de defenderte sobre todo contra tus inclinaciones malas más fuertes. Si puedes vencer éstas, fácilmente podrás vencer las demás tentaciones. Como el cazador de aves mantiene sujeta el ave agarrándola de una pata, así Satanás tiene en su poder al hombre que se rinde a una sola tentación. Lo tiene tan completamente agarrado como si se hubiese rendido a todas las tentaciones.

3. Si deseas evitar el pecado tendrás que apartarte de toda ocasión y oportunidad que te guíe hacia el mal. El que no se aparta de las condiciones que conducen al mal no puede esperar vencer el pecado. Las malas compañías conducen al pecado. De ellas se oye la plática indecente, por la cual uno fácilmente puede descarriarse y corromperse. “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15.33). Ya que las malas asociaciones son la red del diablo con la cual lleva a muchos a la perdición, evita el compañerismo con los impíos y lujuriosos. La Biblia dice: “Si los pecadores te quisieren engañar, no consientas” (Proverbios 1.10).

4. Cuando seas tentado por otros o por tu propio impulso a hacer daño a tu prójimo, detente a considerar cómo te sentirías si otros te trataran de la misma manera. No trates a otros de una manera que no te gustaría que ellos te trataran a ti. “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7.12).

5. Al enfrentarte a una gran empresa, no pierdas la fe que Dios tiene el poder para proveer lo necesario para ti. No inicies nada sin primero pedir la bendición de Dios, pues sin su aprobación son vanas todas nuestras preocupaciones y labores (Salmo 127.1–2). Ruégale al Señor que bendiga tus esfuerzos. Luego échale manos a la obra con un espíritu gozoso, encomendando todo a la providencia sabia de Dios. El siempre cuida de los que le temen y suple sus necesidades.

6. No procures mantenerte en ningún oficio prohibido por Dios. Pues ¿qué ventaja hay de las riquezas ganadas a expensas de tu alma? (Mateo 16.26). Aunque pudieras hacer grandes ganancias temporales por medio del fraude, de este modo perderías la bendición de una conciencia limpia. ¿Y quién puede soportar una conciencia intranquila? Por tanto, sé diligente como el apóstol Pablo, siempre procurando tener una conciencia limpia para con Dios y los hombres (Hechos 24.16).

9. No pienses que es suficiente que sólo tú sirvas a Dios; preocúpate por que los demás bajo tu cuidado también le sirvan. El deber de cada padre no consiste solamente en el servicio personal a Dios, sino también en influir sobre su familia para que ésta haga lo mismo. Dios ha mandado: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6.6–7). Así hizo Josué, un héroe valiente que temía a Dios. El advirtió al pueblo de Israel que él y su casa le servirían al Señor a pesar de lo que los demás hicieran (Josué 24.15). Tú también debes estar muy preocupado que toda tu casa verdaderamente adore a Dios y le sirva.

10. Detesta la ociosidad como una tentación de Satanás y como la causa de muchas clases de iniquidad. Sé diligente en cumplir tus tareas para que no seas hallado ocioso. Satanás tiene gran poder sobre los ociosos para llevarlos a muchos pecados. El rey David cayó en adulterio al estar ocioso sobre el terrado de su casa (2 Samuel 11.2–5).

 11. En la palabra de Dios y hallarás muchas advertencias contra el orgullo. Ningún otro pecado fue castigado más duramente que éste. Los ángeles orgullosos y rebeldes fueron transformados en demonios. Nabucodonosor, un rey que había sido poderoso, fue hecho como un animal bruto y comió hierba como un buey. Jezabel, una reina dominante, fue devorada por los perros como resultado de su orgullo.

12. El enojo es una herramienta que el diablo usa muy a menudo para hacer mucho daño en las relaciones humanas. Aunque el cristiano es tentado con el enojo, con la ayuda del Señor lo puede vencer. Si te sientes tentado con el enojo, detente meditando en cuán amoroso, paciente y misericordioso ha sido Cristo contigo. Perdona a otros así como Cristo te perdonó. Sé paciente con todos como lo fue Cristo, nuestro ejemplo perfecto.  Efesios 4:26-27 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,  ni deis lugar al diablo.

13. Si acaso se presentara algún desacuerdo entre tú y tu amigo, no lo desprecies por esta razón ni reveles sus secretos (Proverbios 11.13). De esta manera pueda que lo ganes de nuevo como amigo.

14. Nadie en realidad es dueño de lo que está a su cuidado, sino que uno sólo es un mayordomo. Por tanto, reparte de tus bienes a los pobres y necesitados, sabiamente y de buena gana (Romanos 12.13; 1 Corintios 9.17).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                      

 

 

 

Que es Pecado: 2 puntos y 3 aspectos: Romanos 6:23

Falta cometida con conciencia contra la ley de Dios que aparta de lo que es recto y justo.

1.              Culpa:                     Responsabilidad que acarrea un acto realizado incorrectamente.

2.              Iniquidad:             Injusticia o gran maldad en el modo de obrar

3.              Maldad:                Característica principal de la persona que tiene siempre malas intenciones o propósitos

4.              Malo:                     Que es molesto o desagradable

5.              Ofensa:                 Acción o dicho que hace que alguien se sienta humillado o despreciado

6.              Prevaricación:   Delito que consiste en el incumplimiento de las obligaciones propias

7.              Transgresión:     Acción que va contra una ley

“LO QUE HACE EL PECADO”

1. Mancha el alma.

2. Daña la conciencia.

3. Mata el alma.

Lectura: Salmo 51:1-12

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;

Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

51:2 Lávame más y más de mi maldad,

Y límpiame de mi pecado.

51:3 Porque yo reconozco mis rebeliones,

Y mi pecado está siempre delante de mí.

51:4 Contra ti, contra ti solo he pecado,

Y he hecho lo malo delante de tus ojos;

Para que seas reconocido justo en tu palabra,

Y tenido por puro en tu juicio.

51:5 He aquí, en maldad he sido formado,

Y en pecado me concibió mi madre.

51:6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,

Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

51:7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;

Lávame, y seré más blanco que la nieve.

51:8 Hazme oír gozo y alegría,

Y se recrearán los huesos que has abatido.

51:9 Esconde tu rostro de mis pecados,

Y borra todas mis maldades.

51:10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,

Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

51:11 No me eches de delante de ti,

Y no quites de mí tu santo Espíritu.

51:12 Vuélveme el gozo de tu salvación,

Y espíritu noble me sustente

Introducción: David era un hombre de Dios. Sin embargo, un día se dejó dominar por sus deseos, y pecó en contra de Dios. En el Salmo 51 nos describe lo que hizo el pecado en su vida. En sus palabras aprendemos lo que hace el pecado en la vida del que lo comete:

 

I. EL PECADO MANCHA EL ALMA (Salmo 51:2, 7).

 En sus palabras, David expresa lo sucio que se sentía delante de Dios por causa de su pecado. David se sentía sucio, manchado, enfermo. El pecado una vez hecho, lo primero que hace es manchar el alma.

 

1.        Esta suciedad espiritual no puede ser quitada con jabón alguno.

(Jeremías 2:22). Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.

 

2.        Lo único que limpia, que lava, que quita el pecado es el evangelio puro.                                                           (Hechos 22:16)  Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre..

 

3.        Lamentablemente muchos que ya han sido lavados por el evangelio, vuelven a manchar sus almas con el pecado.                                                                                                                                                                                      (1 Pedro 2:20-22) Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.

2:21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;

2:22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;

 

4.         El arrepentimiento y la confesión de su pecado, es su única salida.                                                                                  (1 Juan 1:9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

II. EL PECADO DAÑA LA CONCIENCIA (Salmo 51:4)

A. ¿Qué es la conciencia? Se define como el conocimiento, noción, sentimiento interior por el cual aprecia el hombre sus acciones. Es nuestro juez y juzga nuestra moralidad, nuestra integridad.

 

 ¿Qué hace la conciencia?

 

1. Aprueba (Romanos 9:1) Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,

 

2. Reprueba (Juan 8:9) Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.

 

3. Acusa o defiende los razonamientos del hombre (Romanos 2:15) mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,

 

4. Enseña que lo que hacemos es bueno o malo (Salmo 16:7) Bendeciré a Jehová que me aconseja;

Aun en las noches me enseña mi conciencia

 

 Sin embargo, y por causa del pecado, la conciencia pierde sensibilidad con respecto a lo malo, por lo que se cauteriza, y deja de hacer su función

 

(1 Timoteo 4:2; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 

 

Efesios 4:17 al 20 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,

 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;

los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo,).

 

 Ya no pueden ser detenidos o impedidos por la conciencia.

 El problema llega a ser tan grave, que la persona con su conciencia cauterizada, cree que lo malo es bueno, y lo bueno malo

 (Isaías 5:20) ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

 

Por eso nuestra mente, nuestro razonamiento debe ser “renovado” (Romanos 12:1, 2 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.). De ahí lo importante que es sujetarnos a la voluntad de Dios, y alejarnos del mundo.

III. EL PECADO MATA EL ALMA (Salmo 51:10, 12)
A.       El pecado es algo que entre en la vida muy suavemente, pero al fin muerde como serpiente
(Santiago 1:14, 15) sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
B.       El pecado nos mata, nos separa de Dios
 (Isaías 59:2) pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.
C.        Nos lleva a la condenación eterna
 (Gálatas 5:19-21) Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Conclusión: ¿Qué hace el pecado en nuestra vida?

1. Mancha el alma.

2. Daña la conciencia.

3. Mata el alma.

¿Qué debemos hacer? Arrepentirnos, confesar nuestro pecado a Dios, y dejar el pecado

No hay comentarios:

Publicar un comentario