Salmo 31
Una experiencia que es común a todos, es la de sentirnos en un momento dado muy angustiados, momentos muy difíciles, y en estos momentos pedir la ayuda de Dios. Tal es sin duda el motivo de este salmo.
Clamor humilde. El dolor que el salmista está sufriendo lo lleva a centrar su clamor en sí mismo. El creyente con una experimentada relación con Dios nunca olvida el carácter de Yahvé, el Dios del Pacto, ni siquiera en los momentos más difíciles.
Una experiencia que es común a todos, es la de sentirnos en un momento dado muy angustiados, momentos muy difíciles, y en estos momentos pedir la ayuda de Dios. Tal es sin duda el motivo de este salmo.
Clamor humilde. El dolor que el salmista está sufriendo lo lleva a centrar su clamor en sí mismo. El creyente con una experimentada relación con Dios nunca olvida el carácter de Yahvé, el Dios del Pacto, ni siquiera en los momentos más difíciles.
David conoce muy bien el carácter de Aquel en quien confía. Quiere que Dios sea su roca y fortaleza en este momento de angustia. Él lo conocía muy bien como Dios, su revelación, el cuidador de su pueblo, sus promesas, en definitiva, a aquel que está detrás de su Nombre. Y es en base a todo lo que Dios es que confía en que lo conducirá y lo guiará. Por eso el salmista puede expresar sin paliativos: En tus manos encomiendo mi espíritu; ¡rescátame, Señor, Dios de la verdad! (Versículo 5)
Situaciones desesperantes, pero no desesperadas: Las expresiones de dolor en este salmo son tremendamente gráficas. Hay ansia en la liberación, sufrimiento, tristeza. El salmista se siente rechazado, calumniado, perseguido, traicionado. Sin embargo, en medio de una situación así, reconoce y agradece el cuidado del Señor.
Canto de victoria. A partir del versículo 19 cambian las expresiones de clamor en expresiones de alabanza ¿Se trata de que el salmista ya ha sido liberado de esa prueba o bien que ha reflexionado y ve las cosas desde otra perspectiva? Todo parece indicar lo primero, aunque las dos situaciones serían fruto de la respuesta divina! ¡Qué grande es tu bondad... , Es la primera exclamación. Pero hay que tener una buena relación con Dios para poder disfrutar. Bendito sea el Señor, que con su amor
hizo grandes cosas por mí... David admira de lo que Dios ha hecho con él, y debe reconocer que se precipitó en sus juicios ante una situación que parecía sin salida, y termina diciendo a todos los que esperamos en el Señor: Dad ánimo y valor a vuestros corazones, todos los que confiáis en el Señor.
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