Los seres humanos esperan
siempre con ansias que sus
adversarios vengan a pedirles perdón
para saciar su ego.
Jesucristo dijo.
Mateo 5:21 al 26 Oísteis que fue dicho a
los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
Pero yo os digo que cualquiera que se enoje
contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su
hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo,
quedará expuesto al infierno de fuego.
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y
allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí tu ofrenda delante del altar, y
anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu
ofrenda.
Ponte de acuerdo con tu adversario pronto,
entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue
al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.
De cierto te digo que no saldrás de allí,
hasta que pagues el último cuadrante.
El querer que nos pidan perdón y no
perdonar hace que muchos vivan muertos he indigentes espirituales presos de su
propio orgullo.
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