Los expertos han mostrado que el 38 por ciento de los menores de un año de edad que tuvieron un atragantamiento fue por la leche materna y, a nivel general, que el 40 por ciento sufrió este episodio tras ingerir caramelos, carne, huesos, frutas y verduras.
Por lo que se traduce que los niños que comen perritos calientes, semillas o frutos secos son dos o tres veces más propensos a ser hospitalizados por atragantamiento que aquellos que han consumido otro tipo de comida.
“Los perritos calientes tienen prácticamente la misma forma y tamaño que las vías respiratorias de los niños, por lo que pueden bloquerlas y producir un atragantamiento. Además, las semillas y los frutos secos son también alimentos muy difíciles de tragar, especialmente si los niños se colocan muchos en la boca para tragar de una sola vez”, ha comentado el investigador del Hospital Nacional de Niños en Ohio (Estados Unidos) Gary Smith.
“Hay que asegurarse siempre de que los alimentos están cortados en trozos suficientemente pequeños. Por ejemplo, las uvas hay que cortarlas a la mitad para los niños más pequeños”, ha zanjado el doctor del Hospital Niños en Wilmington (Estados Unidos), James Reilly, quien no participó en el estudio.
Con información de ABC.es
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