...Y
la biblia tiene la razón..!
“…Entre los dos y
los cuatro años el cerebro abre una importante ventana para el desarrollo del
lenguaje…”
“…A los 12 meses,
los bebés pueden decir palabras simples como "mamá" y "papá", un vocabulario que
se va enriqueciendo de manera exponencial hasta los 6 años, que el niño tiene
conocimiento de unas 5.000 palabras…”
Quiera Dios que la
mayoría de estas palabras sean basadas en las sagradas escrituras, en las buenas
costumbres y que formen parte de una buena instrucción en el camino de Dios.
Claramente lo dice la biblia en Proverbios
22:6
¡INSTRUYE AL NIÑO EN
SU CAMINO,
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él!.
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él!.
Helen Briggs
(BBC) Entre los dos y los cuatro años
el cerebro abre una importante ventana para el desarrollo del lenguaje. Esta fue
la conclusión de un estudio realizado por científicos británicos y
estadounidenses.
Según los expertos, las
influencias ambientales tienen el mayor impacto antes de los cuatro años,
mientras se desarrolla el sistema de circuitos del cerebro para procesar
palabras nuevas.
La investigación publicada en
The Journal of Neuroscience sugiere que los trastornos que causan
dificultades de aprendizaje en el lenguaje deberían ser abordados más
temprano.
También explica por qué los
niños pequeños son tan buenos para aprender más de un idioma.
Los científicos del King's
College de Londres y la Universidad de Brown en Estados Unidos estudiaron a 108
niños con desarrollo normal entre las edades de uno a seis
años.
Utilizaron escáner cerebral para
fijarse en la mielina, el aislamiento térmico que se desarrolla desde el
nacimiento en el sistema de circuitos del cerebro.
Para su sorpresa, descubrieron
que la distribución de mielina es fija a partir de los cuatro años, lo que
sugiere que el cerebro es más plástico a muy temprana edad.
Los expertos predicen que
cualquier influencia ambiental en el desarrollo del cerebro será más fuerte
durante la infancia.
Además de facilitar que los
niños sean bilingües, estos resultados también sugieren que existe un momento
crítico durante el desarrollo cuando la influencia ambiental en las habilidades
cognitivas puede ser mayor.
El doctor Jonathan
O'Muircheartaigh, de King's College de Londres y jefe del estudio, le dijo a la
BBC que "debido a que nuestro trabajo pareciera indicar que los circuitos del
cerebro asociados al lenguaje son más flexibles antes de los cuatro años, una
intervención temprana para los niños con retrasos en el lenguaje debería ser
iniciado antes de esta edad crítica".
"Esto puede ser crítico para
muchos trastornos de desarrollo, como el autismo, debido a que los problemas del
lenguaje son una característica temprana común", agregó.
Aumentando el
vocabulario
A los 6 años, el niño tiene un
vocabulario de unas 5.000 palabras.
La infancia temprana es la época
en que el lenguaje se desarrolla con mayor rapidez. A los 12 meses, los bebés
pueden decir palabras simples como "mamá" y "papá", un vocabulario que se va
enriqueciendo de manera exponencial hasta los 6 años, que el niño tiene
conocimiento de unas 5.000 palabras.
Las habilidades del lenguaje se
localizan en la región frontal izquierda del cerebro.
Los investigadores esperaban que
se desarrollara más mielina en esa área, en la medida que los niños aprendían
más palabras.
Lo que descubrieron es que se
mantiene constante, lo que sugiere que existe una ventana crucial para
intervenir en trastornos de desarrollo.
"Este trabajo es importante pues
es el primero que investiga la relación entre la estructura del cerebro y el
lenguaje durante la infancia temprana, también demuestra cómo esta relación
cambia con la edad", explicó el doctor Sean Deoni de la Universidad de Brown,
coautor del estudio.
"Es importante debido a que es
común que el lenguaje esté alterado o retrasado en varios trastornos de
desarrollo, como el autismo".
Por su parte, la profesora
Dorothy Bishop, del departamento de neuropsicología de la Universidad de Oxford,
dijo que el trabajo ofrece una nueva información importante sobre el desarrollo
temprano de las conexiones en las regiones del cerebro que son clave para las
funciones cognitivas.
"Pero es muy pronto para estar
seguro sobre las implicaciones funcionales del resultado (del estudio)",
agregó.
La investigación fue financiada
por el Instituto Nacional para la Salud Mental en EE.UU., y la fundación
Wellcome, en Reino Unido.
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